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Ética para la ciudadanía global.

Por: H. Yeison Andrés Cañar Achicanoy, F.S.C.
Rector
Colegio Biffi La Salle.

 

Hoy hablamos con mucha más fluidez de la ciudadanía global. Se ha asistido al mundo de las interconexiones, de la interdependencia, de las alianzas económicas. En educación sigue teniendo mucha fuerza los modelos educativos y pedagógicos que promueven el aprendizaje colaborativo; a nivel empresarial se sigue insistiendo en la fuerza de la unión por cuenta de los equipos de trabajo sincronizados para alcanzar una meta común. El mundo distante geográficamente y desconectado en las comunicaciones es asunto del pasado.  

En un escenario como este, tiene importancia axiológica la formación de seres humanos con visión global; con sensibilidad a los aciertos y dificultades de los otros; solidarios universalmente; con consciencia crítica del mundo que los rodea en las múltiples circunstancias que les corresponde vivir. Aquí tiene valor promover una ética para la ciudanía global que comprometa a cada persona con nuestra casa común.  

En nuestro colegio hemos promovido que la ética es un constante responder a la pregunta ¿Cómo vivir bien? ¿Cómo construir el bien común? Y construyendo ese bien común entonces hacemos comunidad - sociedad. El ethos, es decir, el carácter que se ha ido forjando en cada persona y en cada comunidad- sociedad y desde el cual se toman decisiones, resulta fundamental para no improvisar ni en el presente ni en el futuro, sino que desde ese ethos “se gesten en las decisiones de la vida cotidiana, personales y compartidas lo cual exige cultivar la capacidad crítica, la capacidad de discernir personalmente qué es racionalmente admisible”[1]. Por la ética pasamos de nuestra naturaleza animal a una naturaleza cultural[2], porque nos convierte en un cultivo de posibilidades, de opciones, de libertades, de conciencia crítica.  

El ejercicio de la ética se hace posible por la existencia de “un otro”, es decir, por la consciencia de saber que el otro no es “algo” sino “alguien”, que es individuo. Construimos lo ético no sólo por un carácter individual sino también por la identificación con los otros para cimentar “un juntos” que, en lenguaje Lasallista, se traduce en “asociación”.  

Hablar de ética para la ciudanía global significa retomar y promover el sentido de la ética en la democracia, en las decisiones institucionales en el ámbito educativo, jurídico, económico, político y social; en el compromiso como educadores y como familias que vivimos en el siglo XXI.  

Es por lo anterior que el referente de identidad Lasallista es el de una educación para la ciudadanía global, donde lo cosmopolita, nos ayude a comprender la importancia de la diversidad en un mundo que cada día acude más a la esencia de la interculturalidad, a la defensa de las libertades, al aseguramiento de deberes en contra de la uniformidad y el automatismo al que nos hemos volcado por cuenta de la concepción de “una globalización que sólo es válida en la medida que ha supuesto una hegemonía monocultural”[3]; al respeto por la dignidad de cada persona que habita este mundo, mi país, mi ciudad; a la confianza en la autoridad formativa que se hace presente en la institucionalidad.   

Entonces ¿para qué nos sirve la ética para la Ciudadanía global? Para continuar nuestra tarea educativa en la promoción y valoración de la diversidad cultural, de la dignidad humana sin hegemonías, de la vulnerabilidad como condición humana común, de la promoción de la vida antes que de acciones para la muerte; para asumirnos como participes de una “república mundial”; para promocionar la hospitalidad; para sostener que la fraternidad en el bastión con el cual fundamentamos todo ejercicio colaborativo de aprendizaje, de buen trato, de empatía, de comprensión mutua, de respeto a nuestra manera de creer y experienciar la fe sin dogmatismos que sometan a otros,  porque la vida humana “es un mestizaje de quehacer, quehacerse y dejarse hacer... la vida humana es proyectar, crear, anticipar, derrochar fantasía hacia el futuro, es ese elenco de posibilidades que nos convierte en agentes de nuestra existencia porque el ser humano no está hecho para la muerte ¿Qué sentido tendría eso? Estamos hechos para la vida –aunque podemos morir en cualquier momento-”[4].  

Al llegar a la culminación de este año escolar, la invitación es para que sigamos creciendo como promotores de la vida, del respeto por el otro, por las diferencias; a seguir creciendo en acogida, a ser garantes de derechos y deberes, testigos de la presencia de Dios como creyentes convencidos de que la Escuela Lasallista es lugar de salvación, es comunidad y es ciudadanía global.  



[1] Cortina, A. (2022) Ética cosmopolita: Una apuesta por la cordura en tiempos de pandemia. 1 ed. Bogotá, paidós.   

[2] Soto, G. (2010) Ética, una mirada múltiple:  El cuidado de sí y sus implicaciones éticas. 1 Ed. Itagüi, Corporación Universitaria Lasallista.  

[3]Medina, R. (2021) Fundamentos Epistemológicos de las pedagogías interculturales. 1 ed. Bogotá, Uniediciones. 

[4] Cortina, A. (2022) Ética cosmopolita: Una apuesta por la cordura en tiempos de pandemia. 1 ed. Bogotá, paidós.