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“Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes”

                                                                                                Khalil Gibran

Desde los lazos que nos unen hasta la más grande de nuestras debilidades, en este mundo lleno de caos y tormentos que nos persiguen a todos. En Colombia nos hemos visto envueltos en una capa permeada de violencia, tenemos que encontrar la manera de seguir adelante en un mundo que nada está garantizado, excepto la verdad que nos ilumina y nos permite tener la esperanza de que las circunstancia pueden mejorar, a pesar de toda la violencia que ha inundado a la nación afectando a su población más débil podemos persistir, que en el mundo hay tanto bien como mal, que nos permitirá resurgir de las cenizas y no volver a estas, porque hasta las cicatrices bien curadas vuelven a doler de vez en cuando, pero siempre habrá un analgésico que pueda sanar ese dolor. 

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Aunque el camino sea muy difícil, empinado y tenga muchos obstáculos que puedan hacernos caer, estamos dispuestos a dejar el oscuro pasado, enfocarnos para que no se repitan los errores, y así, poder ver un futuro más justo.  Para sanar, lo primero, es aceptar las heridas, permitir el enfado, pues ninguna transformación es posible sin aceptar el pasado. Y tras todos los procesos, se deben identificar conductas para poder corregirlas. Desafortunadamente, la violencia hace parte de la cultura colombiana, de tal manera, en la aceptación y tratamiento del mismo ha sido pertinente reconocer cómo este hace parte principal del crecimiento del colombiano promedio. Como ciudadanos buscamos el no repetir la historia, esto nos lleva a luchar, por la no violación de nuestros derechos, y por la verdad. Esto hace que la paz externa e interna esté cada vez más cerca. El esclarecimiento de los hechos sana lo que años de procesos legales no han llegado ni siquiera a tocar, conocer las distintas realidades motiva a los colombianos a no conformarse con el accionar de las autoridades, los cuales mostraron bastante ineficiencia en el momento más crucial. Y en una búsqueda de justicia por las violaciones que la aplicación descoordinada o fragmentada dejó, en esto se encuentra algo que es objeto de manipulación y no depende de gustos ni de intereses, las cosas son como son.

Gracias a cada momento en el que alzamos la voz para no volver a ver los ríos rojos y los cuerpos pálidos sin vida, son pocas las veces que nos damos cuenta de que somos personas afortunadas que vivimos en un mundo donde se sobrevive y que a pesar de todas las heridas se tienen infinidad de placeres que son personificados en placeres, ese cierto placer de ser colombiano.

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Para el proceso de sanar los dolores del alma humana, debemos mentalizarnos, que, si vivimos en el pasado, si nuestra mente únicamente se centra en eso, sufriremos de depresión, si vivimos en el futuro, sufriremos de ansiedad, pero si nos concentramos en el presente, el dolor de alguna manera se desvanece, podemos encontrar la felicidad. Debemos enfocarnos en el hoy, en lo que está sucediendo en el momento, estar en atención plena, ser conscientes, puesto que de lo contrario no estaríamos viviendo nuestra vida, nuestra existencia, en tanto, ¿es soportable y se puede estar en paz dejándonos carcomer de sucesos desagradables cada momento?